El soldado nazi que se enamoró de una judía durante la Segunda Guerra Mundial
(Por: Samar Añazgo)
Al mismo estilo de las telenovelas coreanas más desgarradoras, esta es una de esas historias de amor que conmueve hasta al más frío, y más si esta es una historia real.
En plena Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler intentaba dominar el mundo, no todo era muerte y desolación, también dentro de todo el horror tuvo lugar el amor en uno de los campos de concentración nazi más sangrientos: el de Auschwitz-Birkenau.
Los protagonistas de esta historia son un guardia nazi conocido como Franz Wunsch y una mujer judía polaca llamada Helena Citrono.
TE PUEDE INTERESAR: ASÍ ES LA HISTORIA DEL BESO QUE FINALIZÓ LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
El amor de esta pareja nació cuando Franz escuchó cantar a Helena y quedó prendido de su dulce voz y desde entonces decidió protegerla. Tan grande fue el amor que sentía Franz que incluso desafiaba las estrictas leyes alemanas y enviaba a Helena galletas y notas de amor.
Al inicio Helena no correspondía las muestras de amor del guardia pero Franz ganó puntos al salvar a su hermana de ser enviada a la cámara de gas, tristemente él no pudo salvar a los sobrinos de Helena pues ellos eran niños, sin embargo, este hecho significó el inicio del amor de Helena por Franz.
MIRA TAMBIÉN: ELLA ES LA SECRETA COLABORADORA DE ADOLF HITLER Y LA SOLDADO NAZI MÁS TEMIDA
Su valentía al arriesgarse por su -casi, casi- cuñada hizo que se ganara el corazón de su amada Helena. Luego, cuando el poder aliado avanzó, el ejército nazi tuvo que deshacerse de todos los prisioneros en las llamadas “marchas de la muerte.” Helena y su hermana estaban dentro de este grupo de prisioneros pero ellas se mantuvieron con vida gracias al general Wunsch quien les regaló dos pares de botas de piel. Luego de eso Helena y el soldado no se volvieron a ver durante mucho tiempo.
Al final esta historia de amor tuvo un desenlace feliz pues, Helena y su hermana le devolvieron el favor al alemán con sus testimonios y lo salvaron de un juicio en 1972. Franz contó que “conocer a Helena le cambió la vida, cambió su comportamiento y lo convirtió en otra persona.”