Adormeció a niños y los metió vivos en ataúdes, pero su verdadera intención es admirable
Salvó a miles de niños de la muerte por parte de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, pero tuvo que recurrir a los métodos más arriesgadospara ellos
La polaca Irena Sendler siempre tuvo ese ánimo de ayuda a los más necesitados. Desde muy joven supo que quería ser enfermera y quería trabajar en el servicio público de la capital polaca, ofreciendo también alimento y vestimenta a familias pobres. Si alguien necesitaba su ayuda, ella no dudaba y acudía inmediatamente. Irena fue una devota católica en un mundo marcadamente anti-semita, pero siempre ayudó a las familias judías con la misma devoción que a cualquier otra. Ella no distinguía entre raza, clase social o religión.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial (en 1939), los nazis en Polonia crearon el barrio (ghetto) judío de Varsovia, el lugar donde comenzó el terror. Aquí comenzaría realmente la vida solidaria de Irena.
Siempre quiso ayudar a los más necesitados
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Ella se vio conmovida por las condiciones del barrio judío, entonces decidió unirse a la “Zegota”, un grupo de ayuda para los judíos y, a medida que la situación empeoraba, la mujer supo que tenía que hacer algo y no quedarse de brazos cruzados, aunque eso significara arriesgar su propia vida.
Ella solo quería ayuda y entonces junto a otros valientes voluntarios del grupo comenzó a ayudar a niños judíos para que escaparan de ese horrendo lugar, donde les esperaba una muerte segura.
Cuando los menores ya se encontraban fuera, la organización les buscaba familias adoptivas u orfanatos. Como los nazis tenían total control sobre el campo, Irna tuvo que ingeniárselas para lograr su cometido. Al principio, las ambulancias eran la solución, pero luego la mujer comenzó a ocultar a los pequeños en sacos, bolsas de basura, e incluso ataúdes. Tuvo que sedarlos para que no hicieron ningún ruido.
Así pudo salvar a más de 2 mil 500 niños de una muerte segura, y mantuvo un registro de todos ellos.
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Sin embargo, los nazis descubrieron su plan y fue encarcelada y torturada, pero pese a todo, ella no entregó información sobre los niños, incluso fue condenada a muerte. Pero sus compañeros sobornaron a un soldado que la dejó escapar, y a pesar que de allí en adelante vivió bajo una identidad falsa, nunca dejó de ayudar a los demás.
Ella fue nominada al Premio Nobel de la Paz
Al terminar la guerra, la mujer buscó los registros de los niños que había salvado años antes y los llevó al Comité de Rescate de Judíos Sobrevivientes. Irena se casó, tuvo tres hijos y vivió una buena vida, consciente de su maravillosa obra. En el 2007 fue nominada al Premio Nobel de la Paz, y un año después murió a los 98 años.