Caso de eutanacia conmueve en redes: "Mi mamá va a morir el domingo y está feliz"
Esta es la historia de Federico Redondo, el hijo de Martha Sepúlveda, que ha venido apoyándola en su lucha por tener una "muerte digna" en Colombia, y que ha desatado una gran cantidad de reacciones en Facebook.
La historia que conmueve a todos en las redes sociales arranca hace unos años, en 1997 específicamente, año en el que se despenalizó la eutanasia en Colombia (aunque la ley se pasaría recién en 2015). Luego de aprobarse en julio pasado la extensión del derecho de una muerte digna a quienes padezcan “un intenso sufrimiento físico o psíquico” por causa de una lesión o enfermedad incurable, Martha Sepúlveda se convertiría en el primer caso autorizado de una eutanasia para un paciente que no padezca de una enfermedad terminal.
Martha sufre de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que no solo es incurable, sino que es también insoportablemente dolorosa, lo que llevó a la mujer de 51 años a luchar por conseguir la muerte, lo que paradójicamente le ha devuelto la vida. Su hijo Federico Redondo de 22 años, comentó lo siguiente en una reciente entrevista con BBC Mundo.
“Mi mamá está tranquila y feliz desde que le dijeron que podía morir porque su vida era literalmente un infierno. Y así se le ve, contenta porque va a morir.”
En otra entrevista, esta vez con Caracol TV, Martha añadió:
"Me río más, duermo más tranquila. Soy una persona católica, me considero muy, muy creyente. Pero Dios no me quiere ver sufrir a mí. Con una esclerosis lateral en el estado que la tengo, lo mejor que me puede pasar es que me vaya a descansar".
Lo que sigue, es el testimonio de Federico para BBC mundo:
“Ella no concebía la vida postrada en una cama. El final de la esclerosis lateral amiotrófica es sin poder hablar, sin poder tragar... es algo sumamente doloroso e indigno para ella. Se tomó muy olímpicamente el diagnóstico. Posteriormente ya empezó a perder fuerza en las piernas, a requerir apoyo para caminar en distancias más o menos largas. Ya luego requería apoyo para todo tipo de caminatas incluso dentro de la casa. Y a principios de este año empezó a requerir apoyo para ir al baño. Después, había que bañarla, había que vestirla. En ocasiones se le dificultaba comer o cepillarse, porque las manos estaban perdiendo demasiada fuerza. Lo peor para ella es ver cómo se deterioraba a tal punto que no puede ser independiente para lo más básico de las actividades cotidianas.”
“Un día ella me dijo: ‘Sería tan bueno que yo pudiera solicitar la eutanasia’. Y pues yo no lo tomé como muy en serio. Pero cuando me dijo que quería hacerlo, yo estuve en negación por unos días. Yo decía, ‘no, mi mamá no, todavía no’. Le decía, ‘mami, por favor no’. Yo me considero una persona muy liberal, pensaba que el derecho a la eutanasia es un derecho que hay que proteger, pero nunca lo vi como algo cercano. Yo sí necesito a mi mamá y quiero que esté conmigo en cualquier condición. Pero en ese caso solo estaría pensando en mí, en mis necesidades.”
“Llevamos 22 años juntos. Mi vida giraba alrededor de ella y la de ella alrededor mío. Luego de su partida, yo tendré que inventarme otra vida. Por eso fue tan difícil al principio. Claramente yo estoy triste. Claramente estoy ansioso, claramente estoy... de alguna forma desesperado. Sería muy raro que no lo estuviera. Pero también de alguna manera me reconforta el hecho de que mi mamá haya podido terminar su vida de la forma que ella quería. El día y la hora que ella quería. Antes estaba desesperada, triste y con pocas esperanzas de cara al futuro. Pero ahora, mi mamá va a morir el domingo a las 7 de la mañana. Y está feliz. Está feliz desde que sabe que le van a aplicar el procedimiento eutanásico. La voy a extrañar mucho. Yo creo que no hay nada que no vaya a extrañar, porque nada volverá a ser lo mismo. Nada. Desde su sonrisa y su berraquera y su buena actitud ante lo bueno y lo malo de la vida... hasta sus regaños. Todo me hará falta.”