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La triste historia del hombre que besa la mano y el pie de su hija muerta

Él contempla la mano mutilada de su hija, lo que vivió es la más triste historia

Él contempla la mano mutilada de su hija, lo que vivió es la más triste historia

Nsala pasaba sus días contemplando la mano y el pie de su pequeña, lamentablemente era el único recuerdo que tenía de ella. La niña no murió por un accidente, menos por una enfermedad… la hija de Nsala vivía feliz y tranquila, hasta que unos hombres armados decidieron entrar a su casa y llevársela como castigo, pero ¿qué hizo el padre para recibir tal sanción? Sentirse agotado por una jornada de trabajo. Ésta es la historia de Nsala, un recolector de hule en el Congo. 

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A principios de siglo, durante el mandato de Leopoldo II, en el Congo se vivió una época de ambición, sangre y dolor. La naturaleza era brutalmente explotada y eran los nativos los encargados de extraer el hule. Los belgas encontraron en África el negocio perfecto, porque en Europa podían vender casi 10 veces más caro el hule, por lo que sometieron a los africanos a una esclavitud de la cual la Historia guarda registros.

La mano de obra estaba desvalorizada, los extranjeros no tenía compasión alguna, sus ojos llenos de ambición no les permitía ver las inhumanidades que cometían: a aquellos africanos que no cumplían con cumplían su cuota, se los castigaba con la muerte y como prueba del castigo, amputaban la mano de la víctima.

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Un día, Nsala producto del cansancio y la explotación no pudo cumplir con su cuota, atemorizado regresó a la base pero nadie le dijo nada, así que caminó a casa con el temor que lo maten en medio del camino, pero nada pasaba hasta que llegó a casa y no encontró a nadie ¿Dónde estaba su esposa? ¿Qué pasó con Boali, su hija de 5 años? El miedo embargó al africano hasta que los Representantes de la Compañía del Congo Belga llegaron a su domicilio y le entregaron la mano  y el pie de su pequeña.

¿Por qué hicieron eso? Según relata el portal Cultura Colectiva, los belgas querían demostrar su superioridad y el castigo de Nsala serviría de ejemplo para toda la población, ellos no estaban jugando, los africanos debían cumplir con su cuota de extracción de hule o de lo contrario morirían. Lamentablemente la familia de Nsala fue la excusa perfecta para inyectar temor entre los africanos esclavizados.

En la historia africana quedará grabado este triste capítulo. Nsala solo tenía el consuelo de aquellas partecitas de cuerpo, solo podían contemplarlas y recordar cómo era la sonrisa de su esposa e hija. La ambición del hombre blanco acabó con su poca felicidad.