¿Cómo mudarte a Japón sin ser Nikkei y (no) morir en el intento?
¿Alguna vez soñaste con irte a vivir a Japón?, David Ramirez te cuenta por lo que pasó para cumplir su sueño.
Tomar la decisión de cambiar de país de residencia no es nada fácil, sobretodo cuando es literalmente al otro lado del mundo, David Ramirez comparte para Aweita cómo fue su travesía para lograr vivir en Japón.
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Estoy seguro que varios en algún momento, aunque sea una fracción, pensaron en cómo sería irse a vivir a Japón, lo que para muchos es una Meca llena de manga, anime, juegos y chicas gato, para otros es un país lleno de una misteriosa cultura que nosotros, peruanos comunes y corrientes, podemos saborear una vez al año cuando vamos al Matsuri AELU a eso de las 5 PM a hacer nuestras 2 horas de cola para ingresar y una vez adentro hacer otras 2 horas de cola para probar el Takoyaki como si se tratara del chancho al cilindro de Mistura (curiosamente eso es algo terriblemente japonés, tomando en cuenta como les encanta hacer cola aquí).
Bueno, fui lo suficientemente demente para proponerme el dejar mi carrera de comunicador, amigos, familia y dos gatos para entrar de lleno en un plan de emigrar a Japón a la tardía edad de 27 años. Pero ir como residente, no como turista; el poder vivir el día a día, poder caminar por las calles sin pensar en que me tengo que ir en dos semanas, el poder trabajar, hacer amistades allá y normalizar mi vida poco a poco viviendo lo bueno y lo malo mientras compruebo si el anime es real o no. Este tipo de cosas uno no las siente como turista porque quieres ver todo en el poco tiempo que tienes y es más difícil apreciar a la cultura y su gente de esa forma.
Esto sí lo quiero dejar súper claro: No soy descendiente japonés y por ende no tengo facilidades de emigración por ese lado, tampoco tengo excelente notas académicas ni conseguí ninguna beca, así que estoy seguro que otros también podrían optar por el mismo método que yo apliqué. Pero eso no significa que lo recomiende. Ya sabes, el hecho que puedas no significa que debas.
Primero creo que es importante explicar un poco mi perfil para poder entender la pobre justificación que puede radicalizar a un individuo a emprender un viaje así: De niño no veía anime salvo lo “normal” como Digimon, Pokémon, etc; sino en su lugar estaba fascinado por el llamado “Kaiju Eiga” o películas japonesas de monstruos como Godzilla, Gamera, etc. Me daban muchísimo miedo y fascinación por igual pero siempre estaba tratando de conseguirlas en VHS o VCD donde el centro de Lima era mi mejor amigo. En mi época de adolescente gracias al internet descubrí lo que sería el Tokusatsu (pese a que técnicamente el Kaiju Eiga es Tokusatsu) que vendrían a ser series como “Liveman”, “Ultraman” o “Jiban” para los más tíos o “Power Rangers chinos” (en realidad japoneses) para todos los demás, y fue así como empecé a ver series de Kamen Rider y Super Sentai como loco.
Lamentablemente de adulto, a la tierna edad de 21 años, empecé a ver anime de forma activa temporada tras temporada, sumando a que llevaba yendo al Matsuri desde que tenía 13 años y que me la paso jugando videojuegos y… pues tenemos una fórmula para el desastre.
Vamos a lo importante, para migrar a Japón hay varias opciones, de las cuales algunas son conocidas: la visa de descendiente, para bien o para mal soy 100% perucho sin familiares ni conocidos allá; la visa de turista; la visa por beca de estudios (O como yo le llamo la visa de los ñoños), he aplicado durante 2 años seguidos a una beca de maestría sin éxito así que obviamente que estoy picón; la visa de trabajo, piden que seas un profesional altamente calificado o que ya estés viviendo allá y sepas japonés; visa de cónyuge que obviamente no la podía tener porque aún tu waifu no cuenta como residente japonés y finalmente, la visa de estudiante.
No menciono a la visa working holiday porque pese a que el Perú fue el primer país hispanoamericano en establecer relaciones con Japón, el primer país iberoamericano en aceptar inmigración japonesa y el sexto país del mundo con más japoneses residiendo en él, no podemos acceder a la visa de Working Holiday que permite a casi cualquier persona viajar para allá por un año entero y poder tomar cualquier tipo de trabajo con posibilidad de cambiar su tipo de visa a una de trabajo. Mientras que otros países hermanos como Argentina y Chile gozan de este tremendo beneficio además de no necesitar visa de turista para ingresar.
Verán, la visa de estudiante es una que te permite estudiar y lo más importante, el poder trabajar hasta 28 horas semanales en trabajos part-time con lo que teóricamente te permitiría mantenerte.
¿Pero cómo consigo una visa de estudiante?
Lo que necesitas es que una universidad o centro académico de Japón te provea de un patrocinio de visa de estudiante ante el gobierno, lo cuál generalmente hacen cuando te matriculas. En mi caso lo que más necesitaba es aprender el idioma, así que busqué y aparentemente hay muchísimas escuelas de Japonés que por matricularte te dan los documentos para la visa de estudiante, genial.
El problema es el precio, si bien las escuelas de japonés son mucho más baratas comparadas con universidades y centros técnicos, para mi y mi sueldo peruano de bachiller en comunicaciones seguía siendo inalcanzable a no ser que venda todas mis cosas y vaya con todo. Si elegiste una carrera más respetable como ingeniero o economista estoy seguro que ganabas más que yo y no tienes que tirar todo a la borda.
Una vez que terminas de empeñar tu alma, tienes que pagar los primeros 6 meses por adelantado que es algo estándar en este tipo de academias. El costo de la matrícula por 6 meses en mi escuela de japonés en Tokio me salió algo de 408,000 yenes o S/ 12,225 sin sumar el costo del dormitorio compartido que conseguí por 165,000 yenes o S/ 4,943 soles que cubre los primeros 3 meses. Quizás sea más barato si vas a una escuela de japonés en la zona rural pero en este punto para qué viajar?
Sí, es terriblemente caro y ni aún vendiendo todas mis pertenencias me alcanzó por lo que tuve que pedir préstamos a mi familia para acabar de cubrir todo y estoy muy agradecido que, pese a que estaban muy en contra desde un inicio, al final hayan podido acceder. Spoiler alert: Una vez aquí me di cuenta que con lo que vine no podía vivir más de dos meses.
El trámite es súper largo, meticuloso y estás con la mano en el corazón de que algo no vaya a salir bien, pero fue más o menos así:
Enero: Te levantas sudoroso una madrugada iluminado con las ganas largarte a Asia y dejar todo. Empiezas a buscar academias de japonés.
Febrero: Primer contacto con la escuela que elegiste, te mandan un formulario terriblemente largo que pide cosas como scans de casi todos tus documentos, pruebas bancarias, cartas juradas, etc y todo con traducción al inglés.
Abril: Finalmente la escuela termina de revisar los documentos y te avisa que ahora va a proceder a enviarlos al gobierno japonés para ver si eres apto al “Certificado de elegibilidad”, documento que te permite tramitar la visa de estudiante en la embajada de Japón en Lima. Siempre hay posibilidades que no te la den y muchas veces no explican el motivo. El dinero en tu cuenta de banco y país de procedencia juegan un rol clave.
Lo terrible del Certificado de elegibilidad es que toma un promedio de 3 meses en que el gobierno le responda a la escuela, así que mejor aliviar esa espera viendo las 110 ovas de La Legenda de los heroes de la galaxia.
Agosto: Finalmente el gobierno emitió el certificado el cual la escuela te lo envía por FedEx después de hacer todos los pagos.
Septiembre: Cita en la embajada japonesa en Lima. Debo aclarar que la visa de estudiante es tan poco conocida que no vas a encontrar ni rastro de ella en la página web de la embajada japonesa en Lima, sino que tienes que mencionarla explícitamente cuando llamas por teléfono para sacar la cita.
Como el cuarto me lo entregaban en la primera semana de octubre y las clases empezaban en la segunda, me propuse llegar ahí el primero de octubre así que después de estar meses buscando pasajes baratos, encontré en despegar.com un pasaje de solo ida a Tokio por 600$ pero tenía que hacer escala en Atlanta por 10 horas, Los Ángeles por otras 10 horas y finalmente Portland por unas 5 antes de finalmente dirigirme a Narita; en este punto ya tenía más tiempo que dinero así que lo tomé y pasé un fin de semana entero casi sin dormir.
Y fue así como acabé llegando a Tokio el primero de Octubre del 2018 para darme cuenta que el hiragana y katakana que aprendí en Lima no sirven para nada
Ya llevo aquí un año y 4 meses y hay muchísimas cosas que quisiera compartir con ustedes así que si todo sale bien podré redactar más notas como esta porque eso sí: Hay demasiada información y cosas que no están en internet en ningún idioma.
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