Durante nuestra vida nos enseñan que el trabajo duro es la mejor manera de llegar a nuestras metas y nos alientan a conseguir empleos cuyo horario de trabajo supera las siete horas diarias. Incluso se ha ligado esto a la buena salud y a lo socialmente aceptado, pero es todo lo contrario.
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Recientes estudios indican que el trabajo al ritmo que lo llevamos actualmente puede resultar fatal, multiplicando las posibilidades de sufrir un ataque cardiovascular.
Aquellas personas que la totalidad de sus horas trabajadas excede las cincuenticinco, son un 33% más propensas a sufrir un ataque cerebrovascular, y un 13% más de chances de ser víctima de un mal funcionamiento de las vías principales del corazón.
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Este análisis ha sido realizado con mucha minuiciosidad, más de medio millón de personas de tres continentes distintos han estado sujetos a pruebas alrededor de aproximadamente ocho años y medio.
Por supuesto, el estilo de vida del exceso de trabajo trae consecuencias que van agravando esta situación. Una de ellas es el enfrentamiento constante con el estrés y la ansiedad, que llevado a una rutina diaria termina por hacernos mucho daño. La vida sedentaria, el alcohol y nicotina en exceso, empeoran esta situación, pues los que más trabajan suelen ser mas propensos a usar sus tiempos libres para “liberarse”.
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