¿Por qué recordamos las caras pero no los nombres de las personas?

Estamos caminando por la calle cuando de repente, nos cruzamos con un extraño no tan extraño, su rostro se nos hace familiar. “Yo lo he visto, dónde, dónde, recuerda”, empiezas a pensar, de repente te saluda y amablemente respondes “Hola”, pero no sabes cómo se llama. Empiezas a relacionar lugares, su forma de vestir y, aunque no lo creas, tu cerebro empieza a trabajar en todos sus campos, hasta que logras reconocer (al instante o después de 15 minutos) con quién rayos estás conversando.

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A primera vista parece una situación tan común, que no le damos importancia, pero la verdad es que el acto de relacionar la cara de una persona nueva con su nombre requiere de un gran trabajo de tu cerebro. El hipocampo, la corteza perirrinal y la corteza prefrontal medial empiezan a trabajar en conjunto para lograr un resultado óptimo.

El hipocampo es vital para el reconocimiento de lugares y la navegación; la corteza perirrinal, en nuestra capacidad de evaluar si un objeto es conocido o nunca lo habíamos visto, y la corteza prefrontal medial está asociada a funciones cerebrales mayores.

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Ahora te preguntarás ¿Para qué me sirve saber todo eso? Simple, si te es muy difícil asociar caras con nombres, tus circuitos están fallando. Pero esto no le decimos nosotros, sino un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol (Inglaterra) que recientemente han publicado varios hallazgos importantes sobre la memoria. Todo con el objetivo de contribuir a la cura de las personas que sufren de Alzheimer.

Si ya detectaste el problema, un ejercicio para poner a trabajar tu mente es repetir en voz alta el nombre de la persona recién conocida o relacionar algún aspecto suyo (forma de vestir, lugar de encuentro), así procesarás mejor la información.

FUENTE: Portal de Muy Interesante