¿Cómo lucía la ‘mujer vampiro’ sin tatuajes? Ella vendrá pronto a Lima y debes intentar reconocerla
Su nombre real es María José Cristerna y es mexicana
¿Te suena el nombre de María José Cristerna? Quizá no la conozcas por su identidad real, pero sí por el apelativo con el que ganó fama: ‘La mujer vampiro’ o ‘Mujer Jaguar’. Ella es una mexicana de 40 años que trabaja como abogada, empresaria, activista y tatuadora profesional ¡¿Qué?! Así como lo lees, ella no una ‘busca-fama’, ella quería contar su trágica historia a través de su cuerpo y encontró las armas sociales para defenderse y defender a otras mujeres que padecen del maltrato físico.
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Con el 96% de piel dibujada, María José es considerada la ‘Mujer más tatuada del Mundo’, incluso tiene un récord Guinness. Su piel es un lienzo, los piercings y aros, las prótesis de cuernos y cabello alborotado, la hacen un ícono de su país. Cuando ella camina por la calle, la gente no le tiene miedo, al contrario, incluso le piden fotos y autógrafos.
La mexicana fue víctima de maltrato familiar. Con apenas 17 años se casó con un hombre abusivo y encontró en el arte de pintar cuerpos un escape a sus problemas. Cada tatuaje significaba para ella un paso más en el camino hacia su libertad. Según cita el portal ‘El Impulso’, María José quería demostrar que el cambio en ella era total. Decidió dejar a su primer esposo. Estudió, se graduó y siguió su pasión por pintar cuerpos.
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“En mi cuerpo tengo pintada toda la historia de mi vida, lo bueno y lo malo, mis hijos y mi familia que son el motor de mi vida. Por ellos estoy aquí”, afirma la ‘Mujer Vampiro’, quien sorprende al mundo con sus apariencia.
Actualmente tiene cuatro hijos: Silvana (17), Guillermo (16), Samantha (15) e Ismael (14).”Los he educado como personas tolerantes y comprensivas. Por eso ven a cualquier persona con brazos o sin ellos, con tatuados o sin tatuajes, e igual los ven como hermanos, no hay distinción”, afirma María.
Aquí te dejamos una foto de ella cuando tenía a la pequeña Silvana en brazos. Aunque ya tenía algunos piercings, su rostro y brazos aún no reflejaban la vida tan dura que le tocaría vivir.