El trágico suceso que cambió la vida de Adriano, el llamado a ser el sucesor de Ronaldo

En su partida de nacimiento está inscrito como Adriano Leite Ribeiro. Para el mundo futbolístico era simplemente Adriano, el potente número 9 al que ningún defensor podía frenar. Era el llamado a ser el sucesor de Ronaldo, y muchos decían que podía ser muy superior, ya que su juego era una combinación del ‘fenómeno’ con Zlatan Ibrahimovich. Con su cabeza rapado y corpulento cuerpo, Adriano era un jugador muy habilidoso y rápido, un definidor al que no le temblaban las piernas cuando estaba frente al arquero. Adriano pudo ser un crack del fútbol mundial y convertirse en una estrella reconocida, pero un suceso cambió su vida. Para siempre.

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En el 2001, el Inter de Milán lo fichó, vio en él a un jugador que se podía en convertir en un  goleador de talla mundial, pero lo prestó a otros clubes para que se pueda adaptar al fútbol europeo. En el 2004, durante la Copa América lo vimos explotar. Brasil jugo con equipo B en dicha competencia y Adriano se convirtió en el goleador y figura.

Su carrera iría en ascenso. Volvería al Inter y se convertiría en un estandarte en el club.

Javier Zanetti contó en una entrevista muchas cosas sobre el goleador brasileño:

“Nada más llegar al Inter de Milán marcó un golazo increíble en un amistoso contra el Real Madrid. Ahí fue cuando yo me di cuenta de que podía ser el nuevo Ronaldo. Adriano lo tenía todo, físico, talento y velocidad”, dijo el ‘Pupi’.

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Adriano era un jugador que venía de las favelas, de una condición de humilde y Zanetti se preocupaba mucho por él. El padre de Adriano era una figura fundamental en la vida del 9; sin embargo, falleció y el brasileño no lo pudo soportar.

“Adriano tenía un padre que le vigilaba mucho y le mantenía a raya. Sin embargo, a comienzos de temporada (2007), ocurrió algo inimaginable. Recibió una llamada de Brasil y le dijeron que su padre había muerto, es algo que te puede cambiar para siempre. Le vi llorar, tiró el teléfono y comenzó a gritar que no era posible. Después de ese día, Moratti y yo decidimos acogerle como un hermano y protegerle. Durante ese tiempo siguió jugando, marcando y dedicándoselos a su padre mirando al cielo y rezando. Pero después de esa llamada no volvió a ser el mismo”, recordó Zanetti.