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Perteneció a grupo que bebía brebajes de sangre humana para ser ´invisibles´, hoy ella cuenta su verdad

Sara Aldrete es la presa más famosa de México y la acusaron de pertenecer a un grupo que bebía brebajes de sangre humana para ser ´invisibles´. Hoy ella cuenta toda su verdad.

La sentenciaron a 647 años por pertenecer a grupo que bebía brebajes de sangre para ser “invisibles”

La sentenciaron a 647 años por pertenecer a grupo que bebía brebajes de sangre para ser “invisibles”

El pasado persigue a Sara Aldrete. Ella es la presa más famosa de México y su historia inspiró guiones de cine y la curiosidad de la prensa. En 1989 fue sentenciada a más de 600 años de prisión. La justicia la sentenció por pertenecer al grupo llamado “Los narcosatánicos”  quienes mataban a sus víctimas para cortarlas en pedazos y usar su sangre y algunas de sus partes en rituales afroamericanos. La prensa solía llamarla “La sacerdotisa” o “La madrina“, haciendo alusión a que, supuestamente, tenía una relación amorosa con el líder de “Los narcosatánicos”, “El padrino”.

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Al llegar al lugar en el que se escondía este grupo, la policía encontró cuerpos mutilados de 13 víctimas a las que les habían sacado el corazón, el cerebro y partes de la columna vertebral que utilizaban para preparar un brebaje que usaban durante sus ceremonias de santería, al que también añadían sangre, ajos y tortugas asadas, según los informes policiacos.

“El padrino” les había hecho creer de que al beber este brebaje podrían adquirir poderes extraordinarios, como el ser invisibles.

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La banda pudo escapar, pero solo pudieron estar en la clandestinidad por unos meses, pues Sara finalmente los delató. Ella envió una carta de auxilio a la policía diciendo que la tenían como rehén y que temía por su vida.

Todos los integrantes de la banda murieron, menos Sara.

“Ellos estaban vivos cuando yo abandoné el departamento. Los mataron en la detención. Tal vez la verdad nunca se sepa“, comentó Sara.

Me dicen la Narcosatánica es el nombre del libro que Sara escribió desde la cárcel, en el que cuenta cada detalle de lo vivido tras ser la única sobreviviente. Fue acusada de encubrimiento, homicidio y asociación delictuosa.

En 1992, Sara contó en una entrevista que fue víctima de abusos sexuales múltiples que la dejaron incapacitada para ser madre. En múltiples ocasiones la colgaban de las esposas “como piñata” para intentar obtener su confesión, le colocaban bolsas en la cabeza para quitarle la respiración. Permaneció días desnuda dentro de una celda donde tampoco recibía alimento.

“En una de las sesiones de tortura, los agentes me preguntaron por el paradero de dos ex agentes federales, un tal Joaquín, y otro que no recuerdo su nombre. Me indicaron, entre golpe y golpe, que debería decir que la guardia personal de Adolfo los había recogido en el aeropuerto de Matamoros y los había llevado a la casita, donde los sacrificaron por órdenes de Adolfo”, señala en su libro.

La mujer también sospecha que la policía habría quemado evidencia, lo que ayudó a que fuera condenada por 647 años. Después, redujeron su sentencia a 50. Hoy lleva 28 años encerrada.

Sara hoy tiene 52 años y desde hace muchos años está lejos del ojo público.